Cada año que comienza, cada ciclo determinado, o cada momento de hacer un balance, nos debería encontrar con nuevos amigos. Por lo menos con nuevos contactos, o con nuevas conexiones efectivas, afectivas e inteligentes.
El cultivo de las relaciones interpersonales es esencial para el desarrollo de nuestras vidas en el ámbito social, espiritual, empresarial, ministerial y más. Tenemos que tener una mirada integral y comprender que fuimos creados para estar conectados. Dicho de otra manera: Tenemos que habitar en unidad y armonía (Salmos 133:1), y la metáfora del cuerpo de Cristo para referir a la Iglesia nos expone justamente esta gran verdad.
La mentalidad de trabajo en equipo se trata de esto, de entender que la vida se vive en relación unos con otros para lograr objetivos.
Siempre debemos conectarnos con otros, sea en la familia, en el matrimonio, en las relaciones con los hijos, aprender a caminar o hablar, ascender en un trabajo, negociar con clientes, desarrollar el ministerio de niños de la Iglesia, o en cualquier esfera de la vida.
John Maxwell escribió: Aun cuando las conquistas individuales nos causen admiración, la creencia de que una persona por si sola puede hacer algo extraordinario no es más que un mito (1). Siempre hay una conexión inteligente, una telaraña de aportes mancomunados por donde caminamos, personas que aportaron algo para que estemos donde estemos y seamos quienes somos.
¿Cuántas personas has sumado a tu red afectiva el último año, o te han sumado a su red de contactos?
¿Con cuántas de ellas has tenido un contacto fluido? ¿A quiénes has mandado mensajes mensuales, semanales, o quiénes lo han hecho contigo? ¿Has sido intencional en buscar una amistad o un proyecto conjunto? ¿Has ayudado o has dejado que te extiendan una mano? ¿Te has permitido ser vulnerable y confiar en nuevas personas y viceversa?
Anímate a hacer una lista de íntimos e incondicionales, otra lista de próximos con quienes compartes frecuentemente eventos y lugares comunes y finalmente una lista de contactos que están en una esfera más distante pero que podrías dar un paso para incluirlos en los otros círculos más cercanos. Pero también, anímate a expandirte a generar espacios para futuros contactos.
La palabra “amigo” suele ser abrumadora para muchos, pero esto no debe frenar nuestra determinación de cultivar lazos inteligentes y conexiones efectivas, y por qué no, amistades potenciales futuras que cambiaran nuestra historia.
Tenemos que labrar la tierra para una cultura de transformación, para generar cambios saludables en todas las esferas de nuestras vidas, comenzando por uno de los grandes pilares, el de las personas que nos rodean y que rodeamos, que tantos nos necesitan y necesitamos. Depende sólo de nosotros gestionar hábitos que consoliden nuestras redes humanas sociales, sean familiares, laborales, escolares, comunitarias, ministeriales.
Si has comenzado un nuevo ciclo de vida, si estás haciendo un balance, agrega el siguiente planteo: Cuántas personas han encontrado una amistad, una conexión efectiva, afectiva e inteligente al conocerte. Porque el espacio que otros hagan en sus agendas para incluirte habla de la clase de inversión que has realizado al sembrar en felicidad.
Todas estas palabras serían inútiles sino concluyera diciéndote que puedes incluirme en tu lista, tomemos un café, sembremos amistad.
(1) Maxwell, John. El ABD del trabajo en equipo. Buenos Aires: V&R Editoras, 2012, p 11.
Por Carlos Samuel Mansilla Instagram: www.instagram.com/carlossamuelmansilla Redes sociales: @carlossamuelmansilla