Lectura: 1 Timoteo 1:8-11
Por Carlos Samuel Mansilla
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Plan: 20 días con 1º Timoteo.
Un breve tratado sobre la primera epístola de Pablo a Timoteo
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La ley es buena, tiene un propósito y un uso legítimo. La leyes, los mandamientos, la legislación celestial, tienen un objetivo que es revelar el pecado y condenarlo. ¿Cual es el uso legitimo? Nosotros no somos declarados justos o salvos por cumplir la ley, porque la ley no tiene ese poder, pero hay personas que se creen maestros de la ley y exigen cumplirla como si ganar el cielo fuera por obras o tan simple como portarse bien… eso es una tontería. De hecho las religiones han hecho esto históricamente.
Sin embargo ese es uno de los extremos de muchos falsos maestros.
Pero esto no hace a la ley mala, sino que es buena porque nos enseña a conocer los principios de Dios, a identificar el pecado.
La ley no fue dada para el justo como una herramienta de salvación porque el único que salva es Dios por medio del sacrificio de su hijo Jesucristo tomando nuestro lugar y redimiéndonos, y este regalo es un acto de amor extravagante.
El uso legítimo de la ley es usarla para los trasgresores, porque fue dada para ellos, podemos ver en esta lectura una lista de transgresiones que de alguna manera abarcan los 10 mandamientos dados por Dios, para aquellos que se oponen a la sana doctrina. Pero la pregunta es, si fue dada para los pecadores, ¿significa que la ley los salva? Tampoco. Pero pone en evidencia las faltas y la incapacidad del ser humano para su propia salvación. La ley fue dada a los pecadores porque los lleva finalmente a reconocer a Jesucristo como único medio para la vida eterna y único camino al Padre celestial. En definitiva siempre la finalidad es Cristo, y la salvación siempre va a ser por gracia a través de la FE de todo aquel que en Él cree (Juan 3:16).
Para saber lo que quiso decir Pablo hay que introducirse al corpus Paulino y a la luz de la totalidad de su Palabra, y es imposible que incluyamos en este tratado toda la riqueza del tema, pero tampoco podemos tomar textos sueltos porque entraríamos en errores graves de interpretación. Pero citando Romanos 3:20 apoyamos esta carta: “porque nadie consigue ser aprobado por actos de obediencia a una ley. La ley sólo nos muestra nuestro pecado.” (PDT). Gálatas 5:4 dice: “Aquellos de entre ustedes que tratan de ser justificados por la ley han roto con Cristo; han caído de la gracia” (PDT). La ley no nos puede salvar… pero aquí tampoco nos dice que “no sirve para nada”, sino que define su función: Muestra el pecado. Hemos leído que es buena (1 Timoteo1:8), Romanos 7:12 dice que además de ser buena, la ley es santa y justa.
Y ahora en el nuevo pacto, viviendo la gracia de Dios, su Espíritu hace que sigamos sus preceptos y obedezcamos sus leyes (Ezequiel 36:27). Estas están escritas en nuestros corazones (Jeremías 31:3) y no son exteriores sino que están en nuestra mente y corazón, son interiores y definen la obra de Cristo y nuestro amor en nuestro ministerio encomendado.
Ahora, por amor a Dios buscamos agradarle sin violar sus mandamientos o sus leyes. No porque nos salven sino porque en su uso legítimo y según el glorioso evangelio del Dios bendito, para los que no nos oponemos a la sana doctrina, sabemos en nuestros corazones y por medio de su Espíritu Santo en nosotros, que son una delicia, que amar a Dios es amar sus mandamientos: “En esto consiste el amor a Dios: en que obedezcamos sus mandamientos. Y estos no son difíciles de cumplir” (1 Juan 5:3).
Por eso este fragmento introductorio de Timoteo es una advertencias contra falsas doctrinas, un llamado de atención para estar firmes en su Santa Palabra que es veraz en todo sentido.
© Carlos Samuel Mansilla
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02 AGRADAR A DIOS POR AMOR